miércoles, 23 de marzo de 2011
Afrika Kuerpo - continúa el misterio
Novedades: resulta que la autopsia ha revelado que Afrika estaba embarazada de un mes y medio. Y la autopsia ha determinado que el padre es Marcos.
Seguiremos desentrañando los misterios que se esconden tras este asesinato el próximo lunes día 28.
Coartada de Javier
sábado, 12 de marzo de 2011
Afrika Cuerpo
Afrika tenía el pelo negro y rizado. Y 26 años. Grandes ojos verdes, muy expresivos. Su tez, morena y sedosa al tacto, su cuerpo, exuberante, con las curvas justas.
Afrika muere, la encuentra Marcos, vestida solo con una bata de seda, como después de ducharse, a las 23,00 horas del 5 de marzo de 2011, sábado de carnaval, pero la autopsia determina que la muerte ha sido a las 20,00
Junto al cadáver hay un ramo de crisantemos en el que aparece una inscripción, compuesta con recortes de periódicos que dice: “NO BEBAS EN EL FUTURO LOS VASOS DEL PRESENTE”
Las causas es envenenamiento, si bien aparece también estrangulada, al parecer con el cinturón de la bata. En la autopsia redetermina que tuvo relaciones sexuales.
Marcos iba a verla, encontró la puerta abierta y al entrar descubrió el cadáver sin signos de violencia.
Para Afrika los demás solo son muñecos, los utiliza en función de sus objetivos.
A Afrika la esperaban en el club para que realizase su número en el club, que iba a realizar disfrazada de “Campanilla”, el hada que aparece en Peter Pan. El espectáculo comenzaba a las 23,30.
Para ella los demás eran simples marionetas, desde su posición de conocida e importante modelo.
Ha recibido flores y una nota, compuesta con recortes de periódico.
Cuando se comprueba que Afrika no estaba a la hora prevista, la llaman por teléfono, incluso a la portería, en la que el portero, Leonardo, no estaba.
A la tercera llamada se consigue hablar con ella, que dijo iba hacia allá.
Vista la muerte de Afrika, se comienza la investigación delo ocurrido. Para ello se cita a los vecinos del edificio en que ella vivía, en la calle del Barco, que son los siguientes:
3º Fabio Malú Marcos
2º Leticia Lisa Afrika Alba Casandra
1º Susana Juanelo
Semisótano Leonardo
Además hay otros dos personajes, Javier, un músico que vive en el edificio de en frente y Milagros, hija de Leonardo el portero, que no vive en el edificio.
A rodos ellos los interrogará el Inspector de la Comisaría de la Calle de la Luna Giuseppe Cagliostro.
Será en un ambiente de comisaría clásica de novela negra. Una ventana abierta, persiana a medias. Un flexo como toda iluminación.
Cagliostro es un tipo muy delgado, de rostro alargado (incluso se podría decir que doclicocefalo). Ojos oscuros y avellanados. Pelo de color gris, con entradas. Manos huesudas que llaman la atención. Alto. No usa gafas, pero sí sombrero. Y una boquilla de mentolado con la que suplementa su adicción al tabaco.
Su voz es profunda, con acento franco-italiano que desvela su origen marsellés. Es una voz acogedora, con vibratto, que parece no encajar en el personaje, al que da una mayor aureola de misterio. La voz tiene algunos matices metálicos.
Nariz fina y alargada, vestido con traje, oscuro, gris como el sombrero. Bebe mucho café y huele a la colonia amaderada que utiliza.
Su edad es de 48 años, si bien está muy cascado Vino a España tras alguna decepción amorosa. Flemático y educado hasta la extenuación.
Es incisivo e irónico, le gusta su trabajo.
Los vecinos acuden a Comisaría a declarar tres días después de la muerte de Afrika, en virtud de un requerimiento repartido entre los vecinos por Leonardo, el portero.
Cada uno asumimos un personaje, del que nos tocará narrar la declaración del personaje ante Cagliostro, bajo el siguiente guión:
- Definición del personaje, es decir, respuesta a la pregunta ¿Quién es usted?
- Su relación con la víctima
- De quienes sospecha
- Su coartada, situación en el momento del asesinato
Los personajes los asumimos:
LEONARDO: Joaquín
JAVIER: Javier
CASANDRA: Pepa
SUSANA: Eva
FABIO: Juanma
LISA: Pilar
ALBA: Gloria
MALU: Encar
JUANELO: Juan Carlos C.
MARCOS: Juan Carlos M.
LETICIA: Paloma
MILAGROS: Lola
GIUSEPPE CAGLIOSTRO: Juan Carlos J.
martes, 1 de marzo de 2011
Corazón duplicado
UBICUIDAD
Una persona normal, con una vida normal. Un pasado normal, con un presente rutinario. Un futuro previsible en demasía. Demasiada normalidad, como para poder seguir viviendo, sin miedo a que algo se rompa. La familia bien. Los hijos a su aire. Constantina, mi esposa, lleva las cosas de la casa, sin que al parecer, le agobien el cada día. A mí, sin poder evitarlo, se me va esfumando el interés por los menesteres conyugales, sin embargo hay una parte de mí ego, que sigue adherida, indisoluble, al vínculo matrimonial.
En el trabajo me ocurre algo parecido, treinta y cinco años dan para todo tipo de contingencias. Fui descubriendo en los últimos meses, como cada fin de semana, me costaba despedirme de Lucía. En cada "hastamañana" parecía perder algo muy íntimo, que iba quedando enlazado en nuestra relación laboral. Era como ir cediendo poco a poco parte de mi ser, que se sumaba a la personalidad del compañero ideal, el compañero que siempre había querido Lucía. La verdad es que no me preocupaba, Lucia era una excelente trabajadora y mejor amiga, por lo que no tenía que importarme el cambio, seguro que sería para mejor.
Todos los días a la salida de la oficina, solía parar por el "Guantánamo". El lugar resultaba ideal para limpiar las telarañas de la fatigosa jornada. Belinda, atendía la barra con alegría, mostraba en un amplio escote, unos generosos senos donde perder la mirada entre sugerentes vericuetos carnales. Charlábamos de cosas nimias, a las que la cubana daba una desmedida importancia, preocupándose de mis cosillas como si de una verdadera madre se tratase. Tal amistad me permitía soltar las frustraciones, aligerando la negatividad acumulada. Algo se iba quedando de mi personalidad, entre copa y teta.
Cada noche volvía al hogar con menos peso que descargar en la convivencia, con lo que dedicaba el tiempo previo a la cena, a mis labores de mini-jardinería, cuidando bonsáis en el cobertizo. Con toda razón, dejaron de llamarme para la pitanza nocturna, ya que mi afición les hacía esperar, en ocasiones, más de la cuenta. Como no me avisaban, comencé a quedarme dormido, con lo que algunas veces, amanecía a mitad de camino entre el jardín y el dormitorio.
Una mañana que desperté en el cobertizo, quise asearme y desayunar. El cuarto de baño principal estaba ocupado, por lo que tuve que usar el del servicio, desayuné en la cocina por no molestar. Cuando ya me marchaba sin despedirme, unas risas de hombre llamaron mi atención. Volví sobre mis pasos y descubrí asombrado a Constantina, que estaba desayunando en el comedor, con un señor que si no era yo, era muy parecido. Charlaban muy animados y parecían tan felices, que no quise interrumpir. Ya preguntaría a la vuelta.
Con estos tropiezos se me hizo tarde, llegue al trabajo a mitad de mañana, Lucia, me preguntó sorprendida como podía tener el don de la ubicuidad, pues acababa de dejarme en mi despacho. No quise discutir de nada, por el momento había tenido esta mañana suficiente confusión. Al llegar a mi mesa me encontré a un señor, que sentado en mi sillón, parecía un duplicado de mí mismo. Abría y cerraba los cajones con una presteza asombrosa, parecía encontrar cada documento, como si él los hubiese ordenado. Me marché un tanto aterrado al "Guantánamo". Solamente a Belinda, podría contarle mis terribles descubrimientos.
Ahorita me haces dudar cuál de ellos eres tú. Me dijo. Sí que os parecéis, pero por dentro sois muy distintos, os conozco muy bien a los tres.
Esa respuesta sí que terminó con la poca consistencia vital que me restaba, dejándome aún más perplejo.
Caminé sin rumbo, como queriendo perderme por calles desconocidas. Tratando de curar las heridas. Ahogar las afrentas, con despecho. Había perdido la noción de dónde me hallaba y opté por llamar a la primera puerta que encontré. Me recibió un preciosa criatura, parecida a un ángel. Me besó. Hola, papi. Me dijo y desapareció gritando; mami, mami, ha vuelto, papá ha vuelto.
Una encantadora mujer, me abraza y me llena de besos.
Perdón creo que hubo un error. Le digo tratando de liberarme de su abrazo.
No tienes que decir nada, cariño. Me dice apretándome más fuerte a su cuerpo.
No cabe ninguna duda, debe tratarse de una confusión, pero me siento muy bien, no digo nada y me quedo.
J.Talaverón Feb. 2011