lunes, 24 de enero de 2011

CRÓNICA DESESPERADA DEL FINAL

Basado de Crónica de piedra, novela de Ismail Kadare

La bandada de estorninos creaba formas de calidoscopio en el cielo del final de la tarde.
Ederina comenzó a bajar por el camino hacia la ciudad, confiando llegar antes que la noche acabara con ese día..
El chirrido de la portezuela exterior de la casa de campo llamó la atención de Besian, que limpiaba su pipa. Siguió haciéndolo sin mirar, concentrando su atención en su hija adolescente alejándose. Diana aclaró que iba la ciudad, a dormir en casa de su prima para pasar esos días con sus amigas.
El ya lo sabía y con un sonido con muchas emes confirmó escuchar a su esposa, dejando caer las sobras de tabaco sobre las cenizas de la chimenea.
- Besian, no podemos seguir aquí. Ya ves lo que pasa con nuestros hijos. Hace demasiado tiempo que no vemos a Gjorg ni a Mark. Cualquier día Ederina, querrá quedarse también en la ciudad.
Un escalofrío recorrió el cogote de la mujer al pronunciar esas palabras. Él, tras un repentino temblor, dejó la pipa y se dirigió hacia su escritorio.
Besian trabajaba como cronista oficial de la ciudad. Estaba además iniciando algo que titulaba “Crónica desesperada del final”. A penas unos pocos folios con unas líneas escritas con su pluma y su cuidada caligrafía:

“ Quienes éramos niños cuando nuestro país se independizó de los otomanos confiábamos en un futuro prometedor. La nación albanesa era un bonito bebé y había que educarle. Probamos diferentes métodos, hasta intentamos inventar una monarquía, pero nada resultaba. Como si no pudiéramos hacerlo solos, empezaron a intervenir países vecinos y fue nada menos que Mussolini quien tomó la responsabilidad sobre el que ya era un díscolo adolescente.
Herencia turca y educación fascista. Mal camino. ”

Ella seguía sin entender el miedo, su marido, un hombre de cultura que jamás había hecho otra cosa que reflejar, con todos los escrúpulos, la realidad de la ciudad. Gobernara quien gobernara y sosteniendo su criterio ante protestas, intentos de manipulación y hasta tentativas de chantaje.
Él explicó que ya no se trataba de recibir malas caras o imprecaciones del Alcalde, del comerciante. Los enemigos eran nuevos. Por un lado los nazis, en retirada, que eran como una alimaña herida, con la capacidad de destrucción que da el miedo. Por otro, los partisanos, como una cría que empieza a tener conciencia de que es capaz de matar y se deleita comprobando su fuerza, una fuerza cuyos límites aún no conoce.

- Pero ¿por qué a ti? ¿Por qué a nosotros? – Imploró Diana.
Él sabía que se le conocía como declarado enemigo de los nazis y se le acusaba de colaborar con italianos y griegos. Siempre había buscado la verdad y a veces la verdad no interesa. A la familia, como sucesores del viejo Zef Berisha, padre de Diana, terrateniente y cuya opinión siempre tuvo peso, si no decisiva influencia, en las decisiones de la política local.

- Besian – insistió Diana, sacando una vez más a su marido del repaso de su crónica – ¿Cómo hemos llegado aquí, a esta casa prestada en la montaña?
Él recordó esa dominación italiana, casi de opereta, durante la cual la vida diaria se desarrollaba sin mayores inconvenientes. Los jóvenes se enamoraban, los comerciantes abrían sus establecimientos, el Sr. Ralia saludaba con un gesto de cabeza al cruzarse con el Sr. Maksuti. Sí, había bombardeos y los italianos a veces se mostraban crueles, pero nada era especialmente grave en medio de una Europa en llamas.
Los griegos desbancaron a los italianos y los alemanes a los griegos. Los primeros, con la legitimidad que confiere la historia a los libertadores, destilaban fanatismo y ejercitaron crueldad. Los segundos, malos sin complejos, hicieron conocer a la ciudad de piedra lo que era, de verdad, una ocupación militar.
Diana miraba una foto de sus dos hijos, en gesto de franca camaradería en los prolegómenos de un partido de fútbol. Siempre tan unidos, tan entregados a los demás.
Besian repasaba otro folio de su nueva obra:

“La Nación albanesa tendría que ser madura pasados mas de treinta años de independencia, pero no era así. En el río revuelto, los pescadores partisanos solo tenían que lanzar el anzuelo. Tras tantos intentos frustrados de organizar un Estado, tras ser presa de potencias extranjeras, la doctrina comunista se difundió entre jóvenes de buena voluntad, entre los mejores, los más dispuestos a conseguir una patria organizada y libre. La alternativa del romanticismo partisano les parecía la vía para crear un estado fuerte. El recurso a la violencia les resultaba legitimo en un país ocupado.
Sea como sea, el mundo que conocemos terminará en horas, días o meses.”

Sonó un chirrido.
Diana vió una figura que cojeaba, igual que su hijo Gjorg.
Besian buscó el revólver.
Un cristal se rompió por efecto de algo que penetró en la vivienda.

Los estorninos se alejaron en desbandada cuando, tras el estruendo, la casa de campo, comenzó a arder. La luz del fuego iluminó el definitivo atardecer mostrando, en uno de sus confines, a una mujer tratando, sin grandes avances, de retirar un cuerpo inerte de la casa en llamas.

Juan Carlos Celorio Ripoll.

1 comentario:

  1. Me dejas de piedra, como en la crónica. Siempre estás tan documentado..... éste tema tan complicado haces que sea una verdadera lección de história, a parte de cuento, es real; a parte de imaginativo, es intenso; a parte de parte, es total.(lo he leido varias veces, para enterarme bien)
    Me pareces un cuentista calidoscópico, por lo menos en éste. enhorabuena.

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