domingo, 4 de noviembre de 2012


·         LA CÁMARA DEL NARRADOR


En todo acto, la primera intención de quien lo realiza es revelar su propia imagen.
                                                              Dante

Si quieres escribir una buena historia debes atender al PUNTO DE VISTA de tu narrador. Escoger un narrador es de las cosas más difíciles que deberás solucionar antes de dar comienzo a tu cuento. Es bueno que reflexionemos un instante quién cuenta la historia y quién la escribe, por tanto, quién la recibe y quién la lee. Toda narración es un hecho diferido. Esto que puede ser una verdad de Perogrullo parece, más bien, un enredo descabalado. Me explicaré. Cuando leemos una historia de ficción asistimos a la historia de unos protagonistas que viven una suerte de peripecias dignas de formar parte del imaginario común. Dicho de otro modo, si alguien nos propone hacernos partícipe de una trama es porque hay algo en ella que atrapará nuestra atención, que nos parecerá interesante, mágico o formidable, o bien, usando un espejo abierto o deformado, nos miraremos en él y aprenderemos meditando sobre la historia quiénes somos y qué es eso de la vida. El cuento, recuerda, es el lugar de lo insólito. Ahora mismo puede que pienses que el cuento es algo así como un mundo que pertenece a la Tierra Media de El Señor de los Anillos. Nada más lejos de mi pretensión. INSÓLITO quiere decir que si contamos una historia lo hacemos porque tiene un margen epifánico que nos deslumbra y aviva nuestro entendimiento. Una epifanía no es otra cosa que un despertar, un aura llena de magnetismo que irradia un punto de luz a la existencia. Tal como lo entiendo yo, todo cuento es una epifanía. Y como probablemente estés pensando en una revelación prodigiosa como la de Saulo de Tarso en Damasco al caer del caballo y ver al mismísimo Jesús, (recordemos que este hecho le llevó a llamarse Pablo y luchar por la cristiandad en todo el orbe conocido) te pondré un ejemplo para que no te caigas del caballo y descubras la epifanía de un cuento. Raymond Carver, en uno de sus cuentos mejor logrados cuyo título reza De qué hablamos cuando hablamos de amor, muestra cuatro personajes que se reúnen en la casa de una de las parejas a pasar una tarde. Uno de los personajes, cirujano del corazón, se empeña con tozudez impecable en hablar de qué cosa es eso del amor. Adviértase el PUNTO DE IGNICIÓN. Es cirujano del corazón aquel que toma empeño en hablar del amor. Usará, eso sí, el bisturí de la palabra. Es una CLAVE DE SENTIDO, un intento de señalar indicios, huellas que nos advierta qué es lo que tenemos entre manos. Y todo punto de ignición lo es, de tal modo que llamamos al escrito que usa de esta herramienta TEXTO EN LLAMAS. Pues bien, la conversación cruzada viene a constatarnos la fragilidad del ser humano, lo incierto de los valores que nos sostienen, la parte más oscura de nuestro pretendido racionalismo. El cuento termina con la advertencia posible de un cruce de parejas, pero eso no es lo verdaderamente importante, lo epifánico. Es su final. La luz se desbarata a su alrededor, no se deciden si dejar la casa e ir a otro lado, punto de ignición que nos habla de las raíces que tanto nos cuesta arrancar, y la luz cae sobre sus cabezas mientras nadie decide nada. Uno diría que se van convirtiendo lentamente en sombras. ¡Qué maravilloso final! La metamorfosis. Bartleby, el escribiente, novela corta de Herman Melville convierte, al final de la misma, a su personaje en piedra, Chéjov a su El hombre enfundado en un hombre funda, Kafka en su Metamorfosis en insecto monstruoso, y Carver, mágico deudor, en sombras. Eso es escribir una historia, eso es entender el fuego que hierve las narraciones que nos prenden.
Dicho esto, es momento de hablar sobre el NARRADOR. Quién es, o quién no es. Desde luego el NARRADOR no es el AUTOR, desde luego NO eres tú. Verdad de Perogrullo que ha hecho correr ríos y ríos de tinta. La secuencia sería de esta manera:
AUTOR                     NARRADOR                                   NARRATARIO                      LECTOR
El narrador y el narratario se hallan inmersos en el mundo de ficción. El autor y el lector en el mundo real. Es un acto de verosimilitud hacernos creer que el autor es el narrador pero si esto fuera así no sería una obra de ficción, sería una autobiografía. Es lo que le ocurrió a Alonso Quijano. Se le secó el celebro (así se escribía en su tiempo) de tanto leer y creyó que aquello que leía no eran sino verdades, historias que pertenecían a la Historia. No te vuelvas loco. La imaginación debe ser poderosa pero, al igual que los actores de método, has de volver a tu yo, a tu propia esencia. Os diré además que el NARRATARIO, aquel a quien se dirige el narrador se hallará EXPLÍCITO O IMPLÍCITO.  Qué quiero decir. Os pondré un ejemplo de la literatura clásica. En la obra anónima del Lazarillo el narrador es, sin lugar a dudas, quien cuenta su propia vida. Es un NARRADOR ACTOR O PROTAGONISTA. La diatriba es que se ve impelido a contar su CASO. Mediante la técnica epistolar se dirige a VUESTRA MERCED. Este personaje EXPLÍCITO que sólo aparecerá en la obra como referente destinatario, servirá como acicate para que Lázaro de Tormes explique las razones que han llevado a murmurar sobre su mujer y el Arcipreste y la posible mancebía de éste con aquella. Pues bien, VUESTRA MERCED, es el NARRATARIO EXPLÍCITO. La mayoría de las obras, empero, usan el NARRATARIO IMPLÍCITO. Esto quiere decir que se presupone un destinatario porque se da por hecho un espacio de ficción. Toda obra es diferida, aún cuando se nos cuente en presente o futuro. Toda obra es dialogada, aún cuando haya una marcada intención narrativa. Y qué tiene que decir el AUTOR a todo esto. Es el demiurgo de la vida que propone. Es su creador, su cosmólogo. Cómo sitúe su cámara frente a los intervinientes en su historia hará que tu cuento se vea de una forma u otra. Aunque el AUTOR se meta dentro de la narración, véase Cervantes en su Quijote o Pirandello en 6 personajes en busca de un autor, el marco sigue siendo ficticio, su lugar es el imaginario. En la nivola (realismo de ficción mágica creado por el genial Unamuno para contrarrestar la novela realista de su tiempo) llamada Niebla, el autor Don Miguel de Unamuno se enfrentará cara a cara a la muerte de su protagonista Augusto Pérez. Así pues, le concede unas fiebres y le mata. Cabría preguntarse con Borges qué dios detrás de este dios mueve la pieza que habrá de mover el tablero. Eso le dice Augusto Pérez a su progenitor. ¿Y si Dios decidiera matarle en este instante mismo? ¿Dónde quedaría yo? ¿En el limbo? Terrible. El narrador ocupa un espacio de ficción que revela la misma realidad y, por tanto, la constituye. La lección es que todo imaginario no es sino el ideario de la realidad, su advenimiento, su cristal de espejo. Dijo Oscar Wilde: El arte es un símbolo porque el hombre es un símbolo. Lo somos. Una convención de miradas y palabras. Por eso no tiene nada de extraño que Kafka dijera aquello de “yo soy literatura”. El buen narrador no olvida nunca que pulsa directamente al corazón del ser humano, de tu corazón, de nuestro corazón y por justa equivalencia, del suyo propio.
·         PUNTO DE VISTA O DE CÓMO USAR LA CÁMARA NARRATIVA

El hombre recibió la lengua para ocultar sus pensamientos.
                                               Charles-Maurice de Talleyrand

                El uso de la cámara narrativa es la propia mirada del narrador. Cómo acerques o distancies tu objetivo, el foco de tu interés, visualizará el lector la historia referida. Hay dos tipos de narradores que venimos a llamar heterodiegético y homodiegético. Diégesis significa historia, así pues heterodiegético será quien cuenta la historia desde fuera de la acción y homodiegético desde dentro de la misma.
                Si atendemos al punto de vista heterodiegético podremos encontrar varios tipos de narrador, a saber: NARRADOR OMNISCIENTE, NARRADOR EQUISCIENTE O CUASIOMNICIENTE, NARRADOR EDITOR.
                Si atendemos al punto de vista homodiegético nos ocuparemos de los siguientes narradores: NARRADOR ACTOR O PROTAGONISTA, NARRADOR TESTIGO O SECUNDARIO, NARRADOR EPISTOLAR.
                Llamaré AUTODIEGÉTICO al NARRADOR INVISIBLE. Al ser un híbrido de los dos anteriores es un narrador autosuficiente del que nunca sabemos dónde está la cámara, si en el narrador-autor o en el narrador-protagonista, ya que el uso del ESTILO INDIRECTO LIBRE y su ausencia del verbo dicendi imposibilita este reconocimiento.
                El NARRADOR OMNISCIENTE es aquel narrador que usa una cámara panorámica y ajusta su lente a todo aquello que sirva a sus intereses. Es el narrador estrella del siglo diecinueve, un narrador decimonónico. Todo narrador se debe a su contexto histórico y éste no podía ser menos. Es un narrador historiador, un narrador de la sociedad industrializada, un narrador de rigor científico, objetivo, un DEUS EX MACHINA, un DIOS-GRÚA que vendrá a juzgar, castigar o salvar a los individuos-hormiga que siembran el mundo. Este narrador hinca sus narices en el personaje, es totalitario y partidista en sus deducciones aunque bien puede existir un narrador omnisciente que ausente su propio punto de vista. No debe considerarse, a mi parecer, al NARRADOR INVISIBLE, como omnisciente ya que fomenta la hibridez de pensamiento del protagonista y autoría objetiva de la historia. Un NARRADOR OMNISCIENTE que puede albergar la contemporaneidad necesaria es el de la NOVELA NEGRA. La cámara es objetiva y no puede perderse en otro compromiso que el que dicte la historia. El trabajo de personaje en este género cobra una importancia radical. Su idiosincrasia pautará la trama que  se deslice hacia su resolución. Quiero decir que será el camino que trace el personaje (Sam Spade en Dashiell Hammet, véase El halcón maltés) el que redundará en la objetividad de la narración.
               


Puede darse el NARRADOR OMNISCIENTE CALEIDOSCÓPICO. Este fabuloso narrador que copa la realidad con una cámara simultánea enriquece el espacio ante un personaje colectivo. Recomiendo la lectura MANHATTAN TRANSFER de John Dos Passos. La cámara de este soberbio autor es fría, objetiva, distante. Vemos a los protagonistas desde una cámara situacional, parecería que asistimos a sus vidas desde un graderío. Empero, LA COLMENA de Camilo José Cela, que sigue los pasos del escritor norteamericano (qué bueno, seguir los pasos de Passos), quien usa este narrador omnisciente caleidoscópico deja la cámara a la altura de la nuca. Qué quiero decir. Desde el mismo comienzo de la novela sentimos el aliento de los personajes y aunque no hay un protagonista definido (salvo, quizá, Martín Marco, José Sacristán en la película) sentimos el aliento, el desgarro, el desnudo de cada intención narrativa. La cámara, pues, sigue de cerca los andares de cada personaje. El detalle, el plano corto, el primer plano son las lentes usadas muy por encima del plano largo o plano general o panorámico. Al mover la cámara tendremos un plano fotográfico, cinematográfico o topográfico.
                Aquí deberemos detenernos y ejemplificar lo antedicho.
                Los modos de la cámara están sujetos a su correspondencia con el objeto visualizado. La cámara bien puede situarse de modo horizontal al eje de su plano, cenital o vertical a la cabeza de su plano, nadir o vertical invertido por debajo de los pies del plano, picado o diagonal al eje de la cabeza del plano o contrapicado, diagonal el eje de los pies del plano.
                El modo horizontal es al ojo lo que la visión alcanza. Es también un plano topográfico, inmóvil:
                Allí mirabas el pueblo, la iglesia con su campanario y su espadaña, el ayuntamiento de ladrillos rojos, la biblioteca de ventanas azules.
                El modo horizontal móvil es el fotográfico:
                Primero era la casa del pueblo con su pared encalada, luego el museo arqueológico que quedaba a trasmano del ayuntamiento, y frente a la iglesia renovada el café de Don Anselmo, donde cada hijo de vecino se citaba para cacarear y ladrar todo aquello que venía de Madrid.
                El modo dinámico cenital, nadir, picado o contrapicado es cinematográfico:
                Nadie sabe de dónde surgió aquella ventolera pero agarró fuerte por la calle Recuerdo y quitó la carta a la señora Céspedes que empezó a gritar y correr tras la misiva de su amante. El papel, más amarillo que blanco, hacía circunferencias imposibles, y cayendo y subiendo llegó hasta la mesa del alcalde que leyó el encabezamiento y no pudo atraparlo, pues el viento le giró el sombrero y soltó aquellas palabras sobreimpresionadas que revolaron hacia la calle, hacia la iglesia, dando tumbos por las paredes de caliza, dejándose caer en el nido de la cigüeña quien lo tomó con su pico y alzó las alas gloriosas como si tuviera prisa en entregarlo al mismísimo dios Cupido.
                Dependiendo del uso de la altura de la cámara tendremos el agarre de nuestra visión. Un ejemplo de cámara CENITAL es el comienzo de LA REGENTA. Allí, el Magistral, Fermín de Pas mira desde el campanario de su iglesia el andar ciudadano que su mirada de águila convierte en hormigas. Otro ejemplo es el Cristo de San Juan de la Cruz del genio Salvador Dalí.
                Un ejemplo de cámara NADIR bien puede ser el siguiente:
                Caminaba el centurión mirando aquellas plantas de los pies, hombres y mujeres colgados, con la piel hecha a la sangre, negros como el humo, sanguinolentos aún, pies que parecían en su temblor echar a andar y escapar de su suerte. El centurión pensó que si alzaba una mano tomaría uno de sus dedos y los liberaría.
                Un ejemplo de cámara CONTRAPICADA sería aquella que toma el fondo para ver hacia arriba y en diagonal el foco a encuadrar.
                Marcelino miraba al Cristo con ojos de niño asustado. Miraba hacia arriba y tomando una copa de vino, roja como la sangre, se lo ofrecía pensando que aquel hombre de brazos cruzados y clavos en las manos le miraba a él, a Marcelino, como pidiéndole que le saciara la sed. Levantó más los brazos Marcelino y miró los ojos turbios del Cristo, la corona de espinas, el goterón de sangre cayéndole sobre la frente.
                Un ejemplo más lo podemos tomar del cine. La película “Muerte de un ciclista” de Juan Antonio Bardem comienza con el atropello de un ciclista. Cuando la pareja (Lucía Bosé y Alberto Closas) se acercan al ciclista que yace en el suelo la cámara se sitúa por debajo de los personajes y les alarga la figura imposible mientras se descarta la visión del atropellado. En el arte pictórico tenéis a Michelangelo Merisi, conocido como Caravaggio, que usa esta técnica para sus temas.
                Un ejemplo de cámara en PICADO puede ser así:
                Desde la balaustrada miraba la mujer enferma hacia la plaza. No quedaba muy lejos pero le costaba ver los rostros de los niños. Los veía corretear de un lado a otro, los veía caerse, gritar, chillar, esconderse. A nada que miraba la plaza descubría un recodo nuevo. Desde la balaustrada la mujer enferma se curaba el alma, y no otra cosa.

                Hablemos ahora del NARRADOR EQUISCIENTE O CUASIOMNISCIENTE. Es un narrador que se nos antoja rico en matices y en misterios. No tiene el control del narrador omnisciente sabelotodo y aunque sabe más que nadie hay aspectos que desconoce. Cuando Gustave Flaubert en su novela sentimental Madame Bovary hace que Emma, la protagonista, suba a un carro y dé cientos de vueltas por una plaza nada nos dice de lo que sucede en su interior. Esto subraya la imaginación del lector y arranca de un plumazo el endiosamiento del autor que quiere contarlo todo, saberlo todo. Es un narrador que derivará en el NARRADOR INVISIBLE, invento del propio Flaubert. Invito a la lectura del maravilloso libro LA ORGÍA PERPETUA del escritor nobel Mario Vargas Llosa. En él descubriremos un estudio concienzudo del arte flaubertiano. Qué es un CRÁTER en un obra literaria, una MUDA temporal-espacial, y el ESTILO INDIRECTO LIBRE como patrón del narrador invisible.
                En cuanto al NARRADOR EDITOR lo distingo por su carácter metapoético o metaliterario. Es lo que se conoce como MISE EN ABYME o CAJA CHINA. De cualquier modo puede darse con la historia archiconocida del MANUSCRITO ENCONTRADO. También por la HISTORIA REFERIDA, es decir, alguien cuenta una historia que alguien le refirió, véase OTRA VUELTA DE TUERCA de Henry James. En esta novela se basó Alejandro Amenábar para rodar su película LOS OTROS.
                En cuanto al MANUSCRITO ENCONTRADO es una técnica que posibilitó en un momento histórico esquivar, o bien a la inquisición, o bien a la censura. Encontrar un manuscrito es dar preeminencia a lo histórico y confundir lo real-histórico con lo real-ficcionado lo que provocará en el lector una asunción verídica de lo leído que sustituye a lo verosímil por aceptado. Lo VERÍDICO es lo histórico. Lo VEROSÍMIL es lo ficcional. Lo primero se ajusta a un hecho vivido, existido. Lo segundo a un hecho imaginado, sucedido. En palabras del historiador romano Salustio: Estas cosas no sucedieron jamás pero existieron siempre.
                Pues bien, narrar una historia sirviéndose de la herramienta literaria del manuscrito hace que se confundan lo verídico y lo verosímil. Un ardid que te puede llevar a consumar una historia que de otro modo no alcanzaría la vertiente de lo real. En los cuentos es más difícil trabajar esta posibilidad pero dependerá de si tu cuento es narrativo o relatado.
                Si usas el CUENTO NARRATIVO la historia propenderá hacia el elemento narrativo. Como ejemplo te pondré el maravilloso cuento de Edgar Allan Poe titulado MANUSCRITO HALLADO EN UNA BOTELLA. Lo narrativo da más importancia a la historia que a los personajes. Ten en cuenta esto. Hay cuentistas narrativos y cuentistas relatores.
                Si usas el CUENTO RELATOR  el personaje se emancipará de la historia y lo que nos importará del manuscrito es la función del personaje. Alguien encuentra unas letras escritas en un libro y eso mismo le lleva a inspeccionar otra realidad, a dar un giro a su vida.
                En cuanto a la CAJA CHINA es una historia dentro de otra historia, y así sucesivamente. Gustaba de usarse con propensión en el siglo de oro. La novela bizantina también gustaba de esta herramienta.
                La HISTORIA REFERIDA es alguien que nos cuenta una historia que, o bien se la refirieron y él la cuenta o bien la vive y la cuenta como tal, como en Bolsas de Raymond Carver. En cualquier caso estamos ante un NARRADOR EDITOR que usa otro elemento narrativo que sustente su propia historia. La omisciencia o cuasiomnisciencia dependerá del referente narrativo o relator.
                Termino el NARRADOR HETERODIEGÉTICO haciendo hincapié en la sutil diferencia entre CUENTO NARRATIVO y CUENTO RELATOR. El cuentista narrativo tiene en mayor consideración su historia, su trama, la conducción del elemento narrado, y ocurre que el fluir de la historia la lleva la misma narración. No digo con esto que no se trabajen los personajes, digo que todo está imantado y recreado para servir a la propia historia. Hay un aire decimonónico o de principios de siglo, si bien numerosos cuentistas de hoy día lo avalan con sus escritos. Gabriel García Márquez es un claro epítome de esta experiencia narrativa. Doy como ejemplo sus libros de cuentos, y por citar uno EL RASTRO DE TU SANGRE EN LA NIEVE. En cuanto al CUENTO RELATOR da sustento al personaje. Es el cuento contemporáneo. La historia viene delineada por la acción del protagonista. A veces la trama se confunde con el propio individuo. Así los cuentos de Raymond Carver o de Salinger. Si bien parte de una anécdota supera dicho big-bang, el origen de la misma y se crece bajo diversas peripecias que derivarán al conflicto imperante.
                Contar un cuento es contar la vida. Y aunque podríamos incurrir en un nihilismo subrepticio shakespeariano al decir lo que asevera este dramaturgo  “La vida es un cuento contado por un idiota lleno de ruido y furia que nada significa” más me parece que significa mucho y muchas cosas. Si bien “idiota” quería decir en griego aquel que vivía en soledad y no se preocupaba de la polis, como el politikós.
                Aquel que cuenta un cuento cuenta la vida porque si la vida es cuento todo lo significa, el misterio, la pregunta, la clave, la belleza, el dolor y la respuesta.
                El cuentista sabe de la vida porque conoce el tesoro. Porque lo tiene. Porque lo toca.
                El cuentista sabe que él mismo es el tesoro, su relumbre.
                La vida y el cuento son, ya lo habrás entendido, lo mismo.

martes, 16 de octubre de 2012

CONSIGNA NARRADOR TESTIGO

NOTA: Ayer, en el Taller de Cuento Avanzado, os di una consigna que tuvísteis a bien recordarme la trabajamos el año pasaso. Pido mil disculpas. Fue que escuché una entrevista a Michel Houllebecq y su desdoblamiento de identidad me sugirió un trabajo para vuestros personajes, entender que, aun cuando uno mismo sea el autor co-narrador no deja de ser un ente de ficción. Eso mismo podemos decir del archiconocido cuento de Borges, El Aleph. Allí el protagonista es el mismo Borges, o en Soldados de Salamnina el propio Javier Cercas, pero ¿lo son verdaderamente? En fin, que me ofusqué y como no soy Funes, el memorioso, ni tengo vocación de notario me repetí por no repetirme. El caso es que casi sin pensar os propuse una historia contada por el NARRADOR TESTIGO. Es un narrador difícil. Lo es porque asiste a la historia, ha formado o forma parte de ella y mira con ojos observantes la realidad que le circunda y el protagonista en acción. En novelas tenemos al inigualable Dr. Watson quien nos acerca el mundo detectivesco del genial Sherlock Holmes a través de su lente científico-médica, contamos con El gran Gatsby, obra de F. Scott Fitzgerald, novela que se cuenta a través de la mirada de Nick Carraway. Por cierto, el protagonista Jay Gatsby no aparecerá hasta bien entrada la historia. Y como andamos en el mundo del cuento os recomiendo el cuento de Julio Cortázar llamado "El perseguidor" que aparece en LAS ARMAS SECRETAS Y OTROS CUENTOS. Usa la técnica del narrador testigo, si bien acaba trenzándose con la propia vida del narrador. De eso irá vuestra consigna. Alguien cuenta la historia SIGNIFICATIVA DE SER CONTADA y de alguna manera (puede verlo tras una ventana o puede formar parte de la historia) se nos narra la trama.
De aquí a poco pasaré nuevos escritos sobre las herramientas del cuento.
Recordad la próxima semana Bolsas y Cajas de Raymond Carver.
Siento lo de la consigna.
La memoria es engañosa, como los narradores no fiables  (que también pueden ser Testigos, véase Crónica de una muerte anunciada)
Abrazos.

martes, 9 de octubre de 2012

PUNTO CERO DE LA NARRACIÓN - LA INVENCIÓN DE LO HUMANO: EL PERSONAJE LITERARIO.



·       PUNTO CERO DE LA NARRACIÓN

Imaginar un cuento es como entrever una isla. Veo las dos puntas, sé el principio y el fin.
                                                                                                                 Jorge Luis Borges

Escribir desde un origen que viene del vacío, ex nihilo, de la nada que conforma nuestra imaginación es, en sí, una entelequia. Nadie escribe desde un principio ciego. Acostumbramos a dirigir la escritura desde unas herramientas de uso que mecanizan el discurso narrativo. Sin embargo, todos nosotros somos sujetos experienciales y devenimos, a fin de cuentas, de un fluir de vivencias y sensaciones. ESCRIBIR ES EXPERIMENTAR. Dicho esto, el escritor ronda sus intereses discursivos y narrativos en acontecimientos que pulsan una realidad propia a pesar de lo alejado de la trama que urda su imaginación.
El desbloqueo, pues, es una interacción entre experiencia y marco asociativo. Quiero decir que uno acude a su propia experiencia, su madurez intelectual-vivencial, su asombro frente al mundo y lo sutura con engarces asociativos que dilucidan la experimentación narrativa. Uno de mis primeros cuentos se llamaba “Jugábamos a cañas”. Yo todavía no tenía el bagaje cultural que pueda tener hoy y daba, como todos los noveles, palos de ciego. De cualquier modo la idea creativa se sustentaba en algo que descubrí después. El cuento empezaba así, como el título. Recordaba que cuando vivía en Valencia, no tendría más de siete años, acudíamos en tropel un grupo de jovencitos a cruzar una acequia. La acequia era maloliente y traicionera. Habíamos visto a un grupo de mayores que tomando unas cañas recias cruzaban de lado a lado aquellas aguas negras. Alguno caía y los demás reían. Pero nunca pasaba nada. Cuando se marchaban- los mayores siempre se marchaban- tomábamos las cañas y los emulábamos. Cómo no. Un niño siempre emula a sus mayores. Sucedió que un día uno de los nuestros, gordo y falto de miras, se subió a una de las cañas y rompiéndola cayó a aquellas aguas suicidas. Nada pasó porque uno de los mayores que estaba agazapado le sacó de inmediato y nada más pasado el peligro salió corriendo y fue cuando todos nos dimos cuenta que estaba en calzoncillos. Aquella experiencia que yo -debo admitirlo- adorné con el paso de los años fue una experiencia digna de ser contada. Lo que yo recordaba era que en esa acequia había muerto un chico, no sé si gordo o no, y que todos accedíamos hacia aquel lugar prohibido con el pecho retumbando y con la acelerada sensación de que hacíamos algo malo, algo que no debía hacerse. También recuerdo que un hermano mío, el menor, cayó y todos le ayudaron fervientemente. No fue hasta más adelante que recordé aquel chico con cara de lápiz mirando entre los matojos y saltando como una fiera para salvar al gordo. Una experiencia propia es el primer latido del cuento.
Pero no solo. El verdadero escritor, cuentista o novelista o poeta, transfiere su propia realidad a una realidad extraña. Quiero decir que uno comienza a ser escritor en el momento en que idea una historia, una trama que nada tiene que ver con él. ¿Dónde queda, pues, la experimentación? Queda en el fluir de tu mirada, queda en la sutil inspección que, día tras día, elaboras frente al mundo. Un escritor no lo es sólo cuando escribe. Un escritor lo es siempre porque un escritor ha empapado su mirada, una mirada contínua e intensa, en los hechos cotidianos que despiden un fulgor extraordinario. Un escritor sabe dónde está esa llama. A veces la buscamos como sabuesos de un conflicto escondido, otras como un hecho imaginario que sostiene nuestra monótona realidad. Comenzar a escribir no es hacerlo en tabula rasa. Comenzar a escribir es pulsar la música de tus adentros y hociquear la realidad. Comenzar a escribir es despertar todos los orificios que urden el pálpito de la trama.
Para vosotros, cuentistas que ya habéis elaborado una trama significativa, una situación que converge hacia la debida tensión narrativa, que conocéis de primera mano las cuerdas trenzadoras del cuento, la CONSIGNA cumple esa función. Una consigna es, pues, un disparadero. Es aquello que hemos descubierto en el imaginario creativo. Lo llamamos NÚCLEO POÉTICO. Un hecho significativo sucede a tu alrededor. Has tomado el autobús y al sentarte descubres que tu acompañante lleva una máscara de gorila. Eso es una fuente insaciable para ti. Eso es un NÚCLEO POÉTICO del que se derivarán multitud de sensaciones. ¿Por qué lo lleva? ¿Robará un banco nada más bajarse del autobús? ¿Va a una fiesta de disfraces? Te advierto que hay preguntas y preguntas. Ésta última, sin ir más lejos, no la hace alguien con alma de escritor. El escritor no busca una realidad matematizable. No busca explicar cada recodo de su súbito encontronazo con una realidad inexplicable. Nada de eso. Busca hacer tantos túneles con la imaginación que, sin tardar mucho, sembrará en un escrito. En realidad, este hombre-gorila ha viajado al zoo hace unos días y ha sentido un amor imborrable al mirar los ojos de una gorila. Como no quiere perder oportunidad se ha hecho con una máscara y piensa acercarse a los cristales que separan su dulce encuentro y declararle su amor liberándola de aquel infortunio. Un disparate, sí, pero un entrañable disparate. Ahora baja el hombre y tú, desde la ventanilla, ves cómo se baja frente a una sucursal, se coloca la máscara y saca una recortada sin un ápice de nerviosismo. No importa. TODA HISTORIA SON DOS HISTORIAS. Ricardo Piglia nos hace esta somera observación. Y así es. Este hombre no podría liberar a su amada gorila sin atracar un banco y sobornar a sus cuidadores.
La imaginación es un disparadero que no debe encontrar un límite lógico. Esto no quiere decir, en modo alguno, que la lógica no distribuya su estructura en el cuento. Hablamos de VEROSIMILITUD cuando todo el engranaje de la historia es conforme a su sustrato narrativo. Creemos a Kafka y a su monstruoso insecto porque deviene de una realidad palmaria, la del hombre que se siente como un bicho raro. ¿Cuántas veces no te has sentido un bicho raro? Pues haz la ecuación y tendrás la metamorfosis. En mi primer cuento, que nunca terminé de escribir del todo, los niños nos saltábamos las reglas. Un niño que no se salta las reglas no es un niño, es un prototipo social. Te invito pues a jugar a cañas, a cruzar el Rubicón, a destartalar la realidad o a buscar la TRENZA DORADA, el elemento mágico que imanta el NÚCLEO POÉTICO. Es el mundo del cuento. Y tú eres un cuentista.
Te propongo leer LA PRÁCTICA DEL RELATO de ÁNGEL ZAPATA. Tengo por este autor la mayor de las admiraciones y podría decirse que sin su transparente concepción del cuento nada podría saber quien escribe estas letras. En ese libro maravilloso encontrarás las claves que uno ha de tener en consideración para todo aquello que compete al cuento. Alguien que ama el cuento como este verdadero gurú que es ÁNGEL ZAPATA sólo podía dar un arcón lleno de tesoros relucientes y dadivosos. Impera su lectura como impera el nuevo despertar de escribir relatos. Es una aventura. Alguien te llama y es inevitable cruzar el puente.


·       LA INVENCIÓN DE LO HUMANO: EL PERSONAJE LITERARIO.

 Los sueños son útiles porque son libres.

Ernesto Sábato

Homo sum. Humani nihil a me alienum puto. Hombre soy. Nada de lo humano me es ajeno. Frase de Publio Terencio Africano, dramaturgo latino autor de comedias del siglo II antes de Cristo. Y es que lo humano es aquella piel que nos viste al mundo. Todo contador de cuentos, todo escribidor (persona que escribe por otro) o escribiente (persona que escribe para otro), todo aquel que pugna por ser escritor (persona que escribe para sí mismo) debe moldear su personaje. Todos hemos asistido con estupefacción a la maravillosa historia escrita por Carlo Collodi: Pinocchio. Un muñeco de madera fabricado por el carpintero Gepetto cobrará vida y se comportará como un ser humano. Es un personaje emblemático, pues tiene una característica poco común. Cada vez que miente le crece la nariz, tanto que le hace perder la compostura. Hay una segunda historia. Gepetto tenía una pena, quería un hijo y no lo había podido tener. Al construir su marioneta descubre que no puede controlarla como él mismo hubiera querido. Eso es contar una historia. Tu personaje ha de desbaratarse de tus manos y proseguir lejos de las artimañas del creador. No otra cosa es la historia de la humanidad. Cuando Nietzsche asevera que Dios ha muerto le da la mano a Inmanuel Kant y viene a decir que el hombre ha cumplido ya la mayoría de edad. Eso debe saber todo escritor. Cuando creas un personaje has de saber soltar los hilos que manipulen sus actos y su entendimiento. Decía E. M. Forster en Aspects of the novel, 1927, que todo personaje se dividía en una dupla irrompible. Personajes planos (flat) y personajes redondos (round). El primero no cambia en toda la acción del cuento y el segundo, el redondo, parece que ya no es el mismo al terminar el cuento. Ni que decir tiene que es una división parcial e interesada. Ya desde los dos grandes genios de los siglos de oro literario, William Shakespeare y Miguel de Cervantes, sabemos que el personaje, prototipo del héroe o del antihéroe, se quitan sus cadenas y campan a sus anchas por el mundo de ficción. La Dramatis Personae del teatro motiva el origen del Personaje en la novela. Un prototipo, un caballero, un hombre sumergido a su fatum. Sin embargo, estos dos genios sueltan su personalísimo Frankestein y nos brindan las páginas de la literatura más hermosas y más cercanas del ser humano. ¿Cómo lo hicieron? ¿Qué presupuestos siguieron? ¿Fueron conscientes de estar abriendo la caja de Pandora?
Existen múltiples divisiones del Personaje en el oficio literario. Todos ellos nos animan a descubrir la operatividad de la acción en su peripecia. Y por eso son Actantes, porque llevan la acción a su último extremo. Yo hago una primera división basada en un concepto lacaniano. Lacan, el psicoanalista, advierte que la REALIDAD (toma de conciencia) tiene que ver con lo REAL (lo percibido) y con lo IMAGINARIO (lo deseado o imaginado). Todo ello resulta de una sutura inextricable, lo SIMBÓLICO (el punto de unión). Aunque ya desarrollaré este principio os diré que encuentro una división básica en estos conceptos para acercarnos al Actor-Personaje. Existen, pues, tres categorías actantes que no son otras que Real, Simbólico o Imaginario. Un personaje REAL nos acerca al mundo de la acción mediante engranajes lógicos y causales. Un personaje SIMBÓLICO es heredero del héroe o protagonista de la acción y cumple una relación de sutura salvífica con su entorno. Su contrario, el personaje Diabólico es heredero del antagonista y cumple una relación de tensión y destrucción del entorno. El personaje IMAGINARIO es un personaje híbrido donde la fantasía se mezcla con lo Real y construye una nueva Realidad de toma de conciencia. Pero esto no es más que una división principal. Si atendemos al Personaje por su capacidad operativa hallaremos una multiplicidad de clasificaciones, incluidas las del carácter.
El Personaje de tu cuento puede ser: VENGATIVO, AMOROSO, DESPRENDIDO, SOCIABLE, PROBLEMÁTICO, TRABAJADOR, PEREZOSO, TÍMIDO, MENTIROSO, ESTÚPIDO, INTELECTUAL, AVIESO, ENVIDIOSO, RELAMIDO, SEXUAL, AVARO, LÍDER, FANTASMAL, BRUTO, TIERNO, DESCONSOLADO, ENFERMO, ASESINO, CRUEL, VOYEUR, DEPORTISTA, BUFÓN, CASCARRABIAS, EDUCADO, VISIONARIO, DEMOLEDOR, INSULSO…
Antes de hacerlo andar en tu escrito has de pensar QUIÉN es tu personaje. ¿Lo conoces de verdad? ¿Qué sabes de él? ¿Le gusta el Arte? ¿Odia la televisión? ¿Se escaparía solo/a a una isla desierta? Es de justicia que te hagas todas esas preguntas. Cómo irá vestido, cuál será su actitud y qué función ocupa en tu escrito. Ya ves que son muchas preguntas pero sólo tienes que interiorizarlas y saldrán como linterna mágica de tu entendimiento. Una de las primeras consideraciones es que tendremos PROTAGONISTAS, ANTAGONISTAS, DEUTERAGONISTAS, CALEIDOSCÓPICOS, BISAGRAS O DONANTES, FIGURANTES, DISTRACTORES, PROTOTIPOS, ANTITIPOS, PERSONAJES TÚNELES, etc.
Al elegir un PROTAGONISTA sabes que has de poner la cámara sobre él. Si usas una cámara objetiva te servirás de un foco lejano aunque no muy distante. Si usas una cámara subjetiva el punto focal estará en sus sentidos (no sólo en sus ojos). Es el héroe/antihéroe de tu historia. El Lazarillo es un antihéroe aunque después de contado “el caso” que es lo que mueve a la primera novela moderna uno queda de una pieza al saber que se siente triunfador, un héroe, ya que a pesar de los cuernos que le pone un miembro de la iglesia no pasa más calamidad y cuenta con mesa y cama, algo que iba más allá de sus esperanzas. Terrible. Este primer hilo de ternura es el aliento con el que respirarán Hamlet y Don Quijote. No olvides ese hilo de ternura. Eres el dios de tus criaturas pero no tires tan fuerte del arzón de tus dedos que oprimas el respiradero sus acciones. PROTO-AGONOS es aquel héroe que camina en pro de la lucha, del objetivo, del azar en que se ha visto inmerso. Es por ello que cuando saques a tu héroe al mundanal ruido deberás tener en consideración el espacio en que se mueve y los peligros que acontecerán.
Tu personaje ha de mostrar algo que le diferencie del resto, bien sea por atributo físico o mental. El llamado PERSONAJE EMBLEMÁTICO lo es por ser su atributo un referente propio de la historia. Imagina que tu protagonista porta en su mano izquierda un garfio. Esa condición debe ser un SIGNIFICANTE que desarrolle su proceder en la trama. Recuerda que el cuento es el lugar de lo insólito. Si tu personaje bebe, bien puede ostentar una cojera que nos haga ver que anda cojo por la vida. Son referentes emblemáticos y por tanto SIMBÓLICOS. Una cicatriz en el pómulo, una mano con seis dedos, que sea albino, un bastón, una pipa, unas gafas de amplia dioptría, un loro en el hombro (hace poco vi a alguien que paseaba por la calle de esa guisa) o unos zapatos que le hacen correr más rápido. Recordarás esa escena que aparece en CRÓNICAS DE MOTEL de SAM SHEPARD donde un niño ve cómo su padre que trabaja la tierra se toca la cicatriz del rostro mientras un B-52 sobrevuela su cabeza. Es un instante prodigioso lleno de significaciones. Para la mirada del niño su padre es un cobarde, sólo sirve para estar agachado en la tierra. Eso le parece su padre y nada más, se avergüenza. El texto, empero, es referido como todos los escritos. Y aquí cobra singular importancia porque el hombre adulto ve su yo inmaduro en ese niño que fue. Ahora, con la edad, sabe que su padre era todo un héroe. Y ahora sabe también por qué se tocaba la cicatriz. Su padre fue un héroe de guerra. Esa cicatriz comunicaba la tierra con el cielo. Esplendoroso. Nacemos de la tierra, nos convertimos en héroes en el cielo y volvemos a la tierra. Toda una propuesta de vida. Eso es lo que cuentan los cuentos.

El final de Pinocchio es muy revelador. Se ve que Carlo Collodi ideó un primer final para las tribulaciones de aquel muñeco de madera. Moría ahorcado. Era un modo de que la madera volviera a la madera. Pero algo no funcionaba, tanta madera para ser madera. Un destino inevitable. Para tanto viaje no hacían falta alforjas. Sin embargo algo sucedió. Collodi cambió ese final. Y como si fuera él mismo un dios protector pero sabio insufló el ruach y el nefesh de los hebreos en su armazón de madera y le dio vida. Pinocchio deja de ser un bloque inmundo y se convierte tras una metamorfosis maravillosa en un ser humano. Qué os parece. Le da la vida. Vive. Se convierte en persona de carne y hueso. La METANOIA (cambio de fortuna), la transformación, la herencia de la sangre. Eso mismo debéis hacer con vuestros personajes. Sopladlos, dejadlos salir a la intemperie. Sois el dios de vuestras historias. Cuando Lucky Luke sale a mirar el crepúsculo, (he de reconocer que era la estampa que más me gustaba de este vaquero magnético de tupé impecable y pitillo en boca) queda con su caballo oteando el horizonte y los rayos purpúreos se bañan en su delgada figura que se pierde en el horizonte rocoso entre sobrios azules y certeras sombras. Va pensando, va haciendo pensamiento y tú le acompañas en su cabalgadura. Eso es contar una historia. Eso es ver a una persona que nace de tu propia imaginación.
La consigna es la de un PERSONAJE EMBLEMÁTICO. Te lo pido para que pienses en él, para que madures su apariencia, para que no le sueltes. La lectura es el cuento de John Fante, La orgía, que está dentro de su libro Al oeste de Roma. Fíjate en los actores de la historia, en los figurantes, en los personajes bisagra (ayudadores o donantes), en la psicología de quienes forman parte de la trama. Te servirá de mucho.
Una cosa más. Cuando Gepetto, el carpintero, va a modelar su trozo de madera, éste no surge de la nada. Se lo ha dado un compañero de gremio. Parece que fue un trozo de madera golpeado por un rayo. Pues eso, que te golpee un rayo.

                                                   De Juan Carlos Jiménez Vázquez

miércoles, 27 de julio de 2011

La lluvia del hombre

Cuando aquel hombre salió de su casa vio cómo una lluvia menuda pero pertinaz le caía sobre los hombros. Para su sorpresa comprobó que en la calle los otros transeúntes estaban secos. Le vino a la memoria la maldición de la última de sus ex: “Llegará el día en que todas las lágrimas que has hecho derramar, caerán sobre tu conciencia, cuídate del rayo de después.” Aunque su vida era muy ordenada, y todo lo hacía con puntualidad inusitada, lo que más le gustaba era darse una ducha muchas veces al día, le gustaba sentirse húmedo. Pero hoy no, hoy no le apetecía mojarse en absoluto. Miró hacia el cielo y comprobó que una nube le seguía, echó a correr para salir de la maldición pero cuanto más corría la lluvia era más fuerte. Entonces recordó que en realidad de pequeño odiaba el agua, quizás su padre tuviera algo que ver por la insistencia con la que le llevaba a la playa.
Sea como fuere llovía, pero sólo sobre él, esta vez era algo objetivo, esta vez no era fruto de su paranoia. Empezaba a comprender el porqué odiaba que sus ex acabasen todas las broncas llorando. Debía apresurarse, ya se autoanalizaría después. Buscó refugio en una cafetería y al entrar se le empañaron las gafas. Sacó de sus bolsillos un pañuelo para limpiárselas, se las limpió, y se las volvió a colocar pero el agua seguía cayéndole y decidió tomarse un güisqui. El calor del entorno le hizo sentirse muy a gusto, pero el agua que caía no permitió que se secara haciéndole recordar la figura viscosa de un cocodrilo saliendo de un cenagal.
- Caballero, no puede usted permanecer en el bar mientras usted esté lloviendo, dijo el camarero, alegando el derecho de admisión.
Obediente, tomó el bebedizo de un trago y se dispuso, ya en la calle, a seguir a esa extraña rubia que un charco perseguía bajo sus botas, a la par que le llovía hacia arriba. Después de recorrer tres largas calles giró a la derecha y comenzó a bajar las escaleras de metro de la estación Canal. Mientras bajaban el agua bajaba y subía torrencialmente. El hombre de lluvia posó su mano sobre el hombro de la mujer encharcada. Ella sorprendida se volvió, le miró y le dijo: Delfino, tenías que ser tú. Él, también sorprendido, dijo: Delfina, veo que aún sigues encharcada.
Fue el instante en que el mismo charco se deshizo de los pies de Delfina y pasó a los pies de Delfino, aguando toda su persona. El hombre salió de allí, intempestivo, sin mirar atrás. Nada más dejar la boca de metro fue fulminado por un rayo.

viernes, 3 de junio de 2011

Un cuento de Ángel Lozano: Despedida

Marta se repetía a sí misma una y mil veces que aquello no podía estar ocurriendole a ella. Algo ni siquiera parecido se podía haber imaginado aquella misma mañana cuando desayunaba tranquilamente junto a su madre. Ni siquiera se le pasó por la cabeza, cuando la vicedecana de la facultad corto a medias la clase de tercera hora y le pidio amablemente que saliera a hablar con ella al pasillo.
Ahora estaba en un frio despacho de hospital, sumida en una nube que no la dejaba ni pensar, ante la decisión más importante de su vida, mientras leía una y otra vez, sin comprender todavía muy bien, aquel maldito parte médico que tenía delante.

Parte de urgencias:
Colisión de tráfico. Dos pasajeros. Estado del vehículo: siniestro.



Paciente 1: varón. 47 años. Politraumatismo en tórax y cráneo. Hemorragia cerebral. Situación: coma irreversible. Pronóstico: muy grave.


Paciente 2: mujer. 44 años. Politraumatismo en neumotórax. Organos afectados: corazón, páncreas y bazo. Situación: coma inducido. Pronóstico: reservado a la espera de trasplantes compatibles. *


* Paciente número 1 donante compatible. Necesidad de consentimiento del pariente más cercano. URGENTE

Y allí estaba ella, tan ausente, que ni siquiera las lágrimas le salían de los ojos. Mientras, los médicos le pedían que apremiara, que cada minuto que pasaba era importante. Que los órganos de su padre eran casi la única esperanza para salvar la vida de su madre. Pero cómo explicaría esto al resto de su familia, y a sus hermanos pequeños. Como les explicaría que había tenido que decidir, simplemente en segundos, sobre la vida de su padre; el mismo padre, al que aquella misma mañana le había negado los buenos días, aún enfadada por la absurda discusión que habían tenido la noche anterior. Y ahora se encontraba allí . ¿Quien y porque diablos, había decidido que tenia que ser ella la que tomara aquella fatídica decisión?
Marta por fin cogió el bolígrafo, y una mano más que temblorosa dibujo su nombre sobre la línea de puntos, mientras que esta vez sí, una lagrima caía, y formaba un gran borrón de tinta azul en la hoja.

Marta pasó las siguientes horas intentando sacar algo de información de la gente que entraba y salía del quirófano. Tras un gran rato de incertidumbre, por fin pudo entrar en la habitación de la UVI, donde entre vendas, magulladuras y tubos, pudo ver como su madre estaba ya fuera de peligro.
Pero aun quedaba largo, los médicos retrasaban su pronóstico en función de lo que su madre tardara en despertar. Así que a Marta todavía le esperaba una noche en blanco, sola y arropada en una incómoda butaca de hospital.

A medianoche, cuando el sueño ya se apoderó de ella, las cabezadas empezaron a ser más continuas. Así que ya medio dormida, Marta pudo escuchar la voz de su padre que decía:

- Buenas noches mi niña, ya puedes dormir tranquila.

Marta sin pensar respondió:
- Buenas noches a ti también, papá.

En ese momento Marta se despertó por completo, y durante unos segundos un profundo silencio se apoderó de la habitación. Unos largos segundos, durante los que ninguna de las dos dijo nada. Hasta que Marta reaccionó, y apretó el timbre de llamada para avisar que su madre había despertado

jueves, 12 de mayo de 2011

Para el lunes 16 de mayo

Bueno amigos.
Muchas vicisitudes, tenemos por ahí el cadáver de Afrika, la bailarina de striptease, que ya mejor dejamos porque empieza a oler y se terminó con creo magnífico resultado el paseo botámico-mitológico-literario por los jardines del Príncipe.
Nos encontramos ya en la recta final del curso y para el próximo lunes nos toca llevar cuento.
Consigna: ninguna. Tema libre.
Así que a currar, cualquier idea, cualquier cuento que tengáis por ahí guardado o idea a medio desarrollo será buena. Y si es de nueva creación también.
Saludos a todos.

lunes, 4 de abril de 2011

PASEO POR LOS JARDINES

Hoy lunes dia 4, hemos realizado un recorrido por los jardines del principe, a modo de ensayo previo, al recorrido que haremos el proximo lunes dia 11. Hemos predefinido provisionalmente las lecturas que haremos para el dia "D" 28/3 En pricipio hay que buscar algunos temas relaccionados con las fuentes, Dionisio, Fauno, Los Tritones, Apolo, y el rio. La cita es a las 5 de la tarde en la entrada proxima al rana verde, el mencionado dia 11. Espero que no tengamos que lamentar la ausencia de ninguno de nosotros